lunes, 5 de marzo de 2012

¿Existe la eterna juventud? Puede que en algunas plantas, sí

Cuando pensamos en seres vivos longevos, lo normal es que nos vengan a la cabeza diversas especies de árboles como las secuoyas gigantes (Sequoiadendron giganteum, > 3200 años, California), los alerces (Fitzroya cupressoides, > 3600 años, Chile), los Pinus longaeva (> 4800 años, California) o el más reciente y sorprendente hallazgo de pies clonales de Quercus palmeri en California con más de 13000 años de edad y de Picea abies en Suecia con más de 9500 años de edad (para un listado completo de árboles longevos, se puede consultar el siguiente enlace: http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_oldest_trees). Las plantas herbáceas a menudo nos resultan sinónimo de seres poco longevos, bien porque sus ciclos biológicos no son largos en sí mismos (incluso a menudo son anuales o bienales), por nuestra incapacidad para determinar la edad o por la falta de interés que han despertado en los investigadores por su modesto porte.

Por eso, cuando leí el título de este artículo publicado en Journal of Ecology por María B. García y sus colaboradores, "No evidence of senescence in a 300-year-old mountain herb", no me quedó otra salida que leerlo y profundizar algo más sobre esta información. ;-) Además de la longevidad de la planta, me resultó muy llamativo el hecho de que no muestre signos de senescencia ni pérdida de vigor con la edad, lo cual me trajo a la mente el mito de la eterna juventud. Cuando comencé a leer el trabajo, me percaté de que la planta en cuestión es Borderea pyrenaica, una planta endémica pirenaica que crece en canchales calizos a altitudes superiores a 1800 m y que cuenta un elevado interés biogeográfico y desde el punto de vista de la conservación. Esta planta es dioica, cuenta con ejemplares masculinos y ejemplares femeninos, lo cual tiene gran importancia para comprender cómo se ha comprobado la ausencia de signos de senescencia. Una característica de esta planta clave para este estudio es que cada año los brotes anuales dejan una cicatriz en el tubérculo (órgano invernante de la planta), que permite estimar la edad de los individuos.

Durante cinco años, estos investigadores recogieron datos sobre la demografía de esta especie en dos poblaciones pirenaicas situadas en Ordesa y Pineta, tanto en individuos masculinos como femeninos. En los diferentes individuos estudiados se estimó la edad mediante la técnica indicada y se evaluaron diversos parámetros reproductivos para ver si la edad afecta al vigor. También se evaluó si la producción de semillas por parte de los pies femeninos les vuelve más propensos a experimentar senescencia. Los resultados muestran que no existe ningún tipo de evidencia que apoye una pérdida de vigor con la edad, en individuos de hasta 260 años de edad. No sólo no se redujeron ni el crecimiento ni la fecundidad, sino que la supervivencia y el valor reproductivo aumentaron con la edad. Además, machos y hembras se comportan de forma muy similar.

Realmente fascinante. Y ahora, la siguiente pregunta, ¿qué mecanismos se encuentran detrás de estas respuestas? Esperaremos expectantes.

Borderea pyrenaica en un canchal del valle de Ordesa (C. Morales)

1 comentario:

  1. Muy interesante...me fijaré la próxima vez que vaya por Ordesa, y si la encuentro la miraré con respeto!

    Alfredo

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